Irrigadores dentales

Depende del caso. Por ejemplo, el irrigador dental Lidl, considerado como uno de los mejores en relación calidad-precio, está disponible habitualmente por entre 20 € y 30 €. Ese es el valor habitual también de los modelos portátiles y de aquellos que carecen de depósito de agua y que deben ser conectados al grifo del lavabo. Sin embargo, si hablamos de irrigadores bucales Waterpik o marcas similares que incluyan el depósito de agua y opciones adicionales como, por ejemplo, selección de niveles de presión y temporizador, los precios crecen hasta rondar los 50 €. Finalmente, si nos centramos en los irrigadores dentales Oral-B o Braun que incluyen también función de cepillo eléctrico, los precios suelen subir hasta los 80-100 €. Sin embargo, hay que considerar que suelen aparecer ofertas con importantes descuentos y que es posible adquirirlos más baratos con relativa facilidad.

La mayoría de usuarios coinciden en que los mejores irrigadores dentales son aquellos que incluyen el cepillo eléctrico. Se trata de dispositivos 2 en 1 que ahorran bastante espacio y que se convierten, dentro del cuarto de baño, en un terminal de limpieza bucal prácticamente integral. Ahora bien, si hacemos referencia a las marcas, podemos concluir que los modelos mejor valorados por los usuarios son aquellos que pertenecen a Braun, Oral-B y Waterpik. También son los que ofrecen mayores prestaciones y avances técnicos más interesantes. Eso sí, son marcas que cuentan con catálogos muy amplios y variados. Por ello, cada usuario, según sus necesidades en materia de higiene bucodental y su presupuesto, debe elegir el más adecuado para él.

Los dentistas recomiendan usar el irrigador dental después del cepillado y como parte del protocolo habitual de limpieza. De hecho, el orden recomendado es cepillado, aplicación de seda dental, irrigado con agua a presión y remate final por medio del colutorio. Hay que tener otros factores en cuenta. Por ejemplo, el irrigador dental no debe ser utilizado sobre las encías más de 5 minutos seguidos. Además, es necesario dejar, al menos, 2 horas entre cada uso para no dañarlas. En el caso de las personas con encías muy sensibles o especialmente dañadas, ese lapso de tiempo puede ser mayor. Tanto, que para ellas lo más aconsejable es utilizarlo solo una vez al día antes de ir a la cama. Tenlo en cuenta en tu día a día.

Sí, pero con matices. En primer lugar, los niños deben aprender a usar el cepillo de dientes manual o eléctrico y, después, la seda dental. Solo cuando dominen ambos utensilios deben empezar a utilizar el irrigador. Además, los dentistas infantiles no suelen recomendar su aplicación cuando todavía no han mudado los dientes de leche. Hay que tener en cuenta que el chorro de agua sale a una elevada presión y que muchas de sus piezas dentales, al no estar fijadas al hueso, pueden moverse o caerse directamente, sobre todo, si ya están sueltas. Sin embargo, existen irrigadores dentales para niños que emiten ese chorro de agua a una menor presión. Tampoco hay que olvidar que sus encías no están plenamente formadas y que, por ello, son más sensibles a estos aparatos. Si se detecta que los dientes del niño están empezando a salir torcidos, es recomendable impedir que lo utilicen hasta que hayan crecido por completo. Eso sí, son aparatos especialmente recomendables para limpiar las ortodoncias.